lunes, 4 de agosto de 2008

Una noche imaginaria con The Cure


Nunca antes un camino se me había hecho tan largo. No solo por los 45 minutos que me separaban del estadio en donde vería en directo a The Cure, sino porque recordé todos estos años (20 en total) que me pasé añorando cumplir el sueño de ver a este paradigmático grupo post punk con el que muchos empapelamos nuestras habitaciones y cuadernos de colegio gracias a los posters e imágenes que una antigua revista alemana traía en sus ediciones ochenteras.

Debo confesar que en aquellos años de adolescencia primó mi fanatismo por la música de los Cure llegando a convertirse -el escucharlos- en una especie de religión en donde Robert Smith fungía de un semi dios con el rostro completamente pálido, labios color rojo eléctrico de vestimenta negra, con los pelos alborotados, y debo reconocer, además, que en la actualidad aun me queda una resaca de aquel fanatismo, pero no por ello dejo de reprocharles esa terquedad en seguir con una carrera que debió acabar dignamente hace muchos años.

Porque la cura desde hace 3 lustros solamente nos ha brindado recopilaciones, reediciones remasterizadas, conciertos, un disco fallido “Wild Mood Swings” (1996) y otros dos con los que trató de reciclar la vieja fórmula ochentera que tantos bríos le diera, pero que no quedaran más que en buenos intentos: “Bloodflowers” (2000) y The Cure (2004).

Pero “The Cure es The Cure” y por más vieja que suena esa frase, cualquier cosa de ellos se tolera cuando uno escucha trabajos inmortales al paso del tiempo como el “Faith”, “Disintegration”, “Pornography” o el “Seventeen Seconds”. Por esto y muchas razones más, estaba parado ahí en el BankAtlantic Center de Sunrise al lado de antiguos fans todos sintiéndonos todos nuevamente como adolescentes que esperan ansiosamente la aparición de sus ídolos de toda la vida.

Fue exactamente a las 8pm que el auditorio entero despertó cuando se oyeron los primeros sonidos de Plainsong tema que abre el clásico “Disintegration”. Los sonidos iniciales del tema (pregrabados para esta ocasión) se extienden durante varios segundos mientras el grupo va saliendo y afinando un poco los instrumentos hasta que el baterista hace sonar sus baquetas y empieza así el concierto con uno de los mejores temas del grupo.

Desde el inicio llamó mucho la atención el look que presentó la banda. Robert Smith sigue con su clásico peinado aunque ahora también se le nota con un sobrepeso que ni el clásico color negro de su vestimenta puede disimular. Por otro lado Gallup apareció vestido con una casaca de cuero bien ochentera, el pelo corto, totalmente delgado y extrañamente rejuvenecido, mientras que Thompson presentó una calva impresionante, el cuerpo cubierto de tatuajes y con un look muy cercano al de un drag queen.

Pero más allá del look, lo que tal vez más llamó la atención en la noche es que Robert Smith haya decidido prescindir para este concierto de los teclados considerando que este instrumento en muchos de los temas de la banda es de vital importancia. Se sabe que O Donell, el último tecladista, dejó el grupo en el 2007, pero no se tenía en cuenta que desde entonces el grupo no tenga a nadie para dicho instrumento en sus conciertos.

Ello se pudo percibir más en canciones como Plainsong, A letter to Elise, lovesong, Lullaby, In between days, Just Like Heaven, donde los teclados tienen una especial participación y a los que Smith finalmente, en esta ocasión, decidió reemplazar por efectos de guitarra que logran cumplir con su cometido, pero que dejan la sensación final de cierto vacío en dichos temas.

Pero ahí estaban los fanáticos decididos a olvidar cualquier cosa pues la entrega que ofrecía la banda y el buen humor que mostraba Smith hacía que la gente se metiera de lleno al concierto el cual se extendió por espacio de tres horas y media.


En todo este tiempo The Cure hizo un recorrido por sus mejores años primando las canciones del “Disintegration” situación que no sorprendió considerando que este disco fue un éxito en ventas en los EEUU y según palabras del propio Smith le terminó por abrir las puertas de este gran mercado al grupo inglés. Por ello temas como Prayers for Rain, From the Edge of the Deep Green Sea, Lullaby, Disintegration, Pictures of You y Lovesong fueron los más coreados y disfrutados por todo el estadio.

La primera parte del concierto duró aproximadamente dos horas y media en que la banda demostró su vasta experiencia sobre el escenario….los temas iban y venían con un Smith que a pesar de sus juergas pasadas mantiene su característica voz además de esos característicos gestos en su rostro y manos que hace al cantar. El final de esta parte fue apoteósico tocando One Hundread Years con esos efectos de luces en el escenario que antes se habían visto en el mítico concierto “In Orange” y con imágenes que mostraban escenas de absurdas guerras pasadas con las que está plagada la historia de la humanidad. Antes de irse cerraron con Disintegration que bajó un poco las revoluciones del ruido y caos que el tema del “Pornography” había generado en el estadio.

Para cuando regresaron Smith agradeció la entrega de la gente reconociendo que extrañaban tocar en la Florida donde tienen a gran parte de sus fieles seguidores. Inmediatamente las notas de If Only Tonight We Could Sleep se dejaron escuchar a lo que luego regaló una versión de The Kiss un tema que no suelen tocar mucho en concierto. Éxtasis total…..

El segundo y tercer encore estuvo plagado de sus más antiguos y comerciales temas con los que el público cantó y bailó sin césar como si estuvieran en una discoteca pues precisamente temas como Boys don´t cry, close to me, why can´t i be you y grinding halt sonaron en las pistas de baile de todo el planeta. Antes de irse por completo la banda nos regaló una larga versión de A Forest que terminó por dejar afónicos a los fans. Injustamente fue el único tema que incluyeron del “seventeen seconds”.

Nadie en el estadio se quería retirar. Gallup y Smith se dieron un beso en la boca y agradecieron al público retirándose lentamente, pero Smith se dirigió antes al público una vez más asegurando que fue una noche maravillosa. Posó para los flashes, la gente gritaba que no se vaya, pero todo fue en vano. El público igual se demoró en abandonar el estadio esperando un milagroso quinto encore que jamás llegó.

Fue una larga noche en donde The Cure aparte de hacer un recorrido por su extensa discografía presentó algunos de sus nuevos temas que los días 13 de cada mes están lanzando al mercado, pero lo cierto es que la gente recibió con algunos tibios aplausos estas canciones que formarán parte de su nuevo disco que está pronto a salir al mercado. Se percibe que no hay una nueva generación de fanáticos de la banda no solo por la poca acogida que tuvieron sus nuevos temas sino porque entre los asistentes al concierto habían poquísimos jóvenes y adolescentes.

Hay que decir, finalmente, que nos quedamos con la sensación que obviaron mucho de sus temas contenidos en otros discos como el faith y seventeen seconds algo que los viejos fans no dejamos de comentar a la salida del estadio pues si hay algo que la legión de seguidores de la banda siempre espera es que el grupos sorprenda con canciones de aquellos tiempos. Igual las sonrisas y las voces afónicas con la que muchos salimos demostraban que el concierto estuvo a la altura de lo esperado sobre todo por el desbordante estado de ánimo de Robert Smith quien tocó con la misma energía de un teenager.

Los 20 años de espera habían acabado. Mientras me venía de regreso a casa pensaba lo distinto que hubiera sido verlos dos décadas antes aunque esta noche no la cambiaría por nada porque siento que los vi en el momento preciso pues el grupo está ad portas de lanzar nuevo material y además se especula que se trataría de su última gira. Lo digo de verdad y de todo corazón por los buenos años de la banda……..-esperemos que así sea-.

One Hundread years